Desde la
antigüedad la curiosidad humana ha tenido pocos límites y esos límites casi
siempre los ha marcado el miedo. Aprendimos pronto a controlar la naturaleza y
utilizarla a nuestro antojo para curar nuestros males, poder sobrevivir en un
terreno inhóspito e incluso diagnosticar nuestras propias enfermedades.
Hoy
hablaremos de algunas de las formas en las que hemos usado a los animales y
plantas para diagnosticarnos enfermedades o situaciones concretas de nuestro
cuerpo.
La famosa
prueba de la Rana
Hoy en
día tenemos la imperiosa curiosidad por saber si estamos o no embarazados, si
será niño o niña o viene más de uno y cuándo será la fecha del nacimiento. Sin
embargo, en la antigüedad no solo era una curiosidad, sino todo un asunto de
estado. El rey tenía que saber lo antes
posible si su consorte podría o no dar un descendiente primogénito que tomara
el féretro de poder (Ahora que está de moda juego de tronos).
Ya los
egipcios utilizaban el trigo para comprobar si se estaba en cinta. La mujer
orinaba sobre unas semillas de trigo y si este germinaba, la mujer estaba
embarazada con un 70% de probabilidad. Pero este método no parecía del todo
fiable, y de hecho no lo era. Señoras… ¡No se meen en el trigo, por favor!.
Otro método
utilizado en el antiguo Egipto (que por entonces era más nuevo) era colocar
profundamente un bulbo de cebolla en la vagina de la mujer durante la noche. Si
a la mañana siguiente se podía detectar el olor característico de la cebolla en
el aliento de la mujer, era signo de que estaba embarazada. Podría ser que la
absorción de los compuestos sulfúricos de la cebolla en la sangre de la mujer
vía vasos sanguíneos submucosos dilatados podría resultar en aliento a cebolla,
pero no hace falta decir que no es de lo más recomendable. Señoras… ¡Tampoco se
metan cebollas por ahí, sobretodo porque si sale negativo, sus Señores no
querrán volver a probar ante semejante olor!
Lo siento, No he podido evitarlo. La otra opción era poner la foto de una cebolla gigante.
Mucho más
adelante, a principios del siglo pasado, se desarrollaron una serie de test con
ratones. A los roedores se les inyectaba orina intraperitoneal (por la barriga)
de la supuesta gestante y pasadas unas 100 horas se sacrificaba el ratón
(bueno, la ratona). Si los ovarios del bicho habían madurado, el test era
positivo. Más tarde se usaron conejos, dando una fiabilidad mucho mayor. Pero,
¿Por qué mearse dentro de estos pobres bichos? La respuesta la tiene, como
siempre, la química. En este caso la bioquímica hormonal.
Cuando una
mujer está embarazada, con la orina segrega la hormona Gonadotropina coriónica.
Esta hormona provoca en otros animales el mismo efecto que en los humanos, pero
aprovechando que los ciclos de reproducción de los ratones y los conejos son
mucho más cortos, en pocos días podemos saber si la mujer está o no embarazada
(porque los ciclos son más cortos y porque rajar a una mujer para ver si otra
está preñada no estaba bien visto. Pero habría sido 100% fiable).
En los
años 30 se desarrolló en Sudáfrica el famoso test de la rana. Fue de la mano de
los investigadores Lancelot Hogben, Zwarenstein y Shapiro y se basaba en el
mismo principio. La Gonadotropina Coriónica estimula la ovulación de la rana y
en menos de 24 horas, el animal comienza a desovar. La ventaja de este método
radica en la rapidez del resultado y la posibilidad de reutilizar a la pobre
rana con otra muestra a los 40 días. No hace falta abrir a la rana, es rápido y
reutilizable. Si la rana ponía huevos, la mujer estaba embarazada. La primera
que se usó para este método fue el sapo Xenopus
laevis, que pronto se exportó a todo el mundo y ha producido verdaderos
problemas de plagas en muchas zonas donde se logró naturalizar al escaparse de
los hospitales y clínicas.
¡¡¡Me da que esta idea de negocio tiene menos futuro que la investigación en España si sigue esta gente del PP!!!
En 1947,
Galli Mainini desarrolló en Argentina un método parecido, pero basado en un
proceso biológico diferente. Utilizaba machos de sapo Rhinella arenarum a los que inyectaba por pares la orina en el saco
linfático dorsal. En las 3 horas siguientes, el macho tenía una eyaculación. Si
los dos machos inyectados tenían la eyaculación, la prueba era positiva. Si uno
eyaculaba pero el otro no, la prueba era inconcluyente, y si ninguno lo hacía,
se consideraba negativa y se volvía a repetir una vez más.
A lo largo
de los años se fue haciendo en diferentes sitios con diversas especies de rana
y sapo tanto machos como hembras hasta que en los años 60 se fue abandonando la
técnica en pro de los métodos inmunológicos, mucho más rápidos, fiables y sin
necesidad de tener animales.
Para mi
gusto la cosa ahora es mucho más aburrida, pero más fiable desde luego. De modo
que ya sabe, mear a una rana le puede contestar muchas preguntas.
Por hoy lo
vamos a dejar. El próximo día os contaré como diagnosticar una enfermedad
parasitaria haciendo que te pique el propio vector de la enfermedad. Estad
atentos.
Ya que
hablamos de ranas, voy a terminar la entrada recomendando un libro. Se trata
del magnífico libro “La extinción de los anfibios en el siglo XXI”, de la
Magnífica Profesora y catedrática Carmen Mascaró Lazcano. Os dejo el enlace
para que lo podáis conseguir.
Se trata de
un libro genial, interactivo, que debes de leer dos veces para sacarle todo el
jugo y que desde luego debes leerlo con un ordenador al lado porque contiene
tal cantidad de información y de enlaces, que es imposible hacerlo de otra
forma.
En sus poco más
de 200 páginas, hace un recorrido por problemas serios que nos afectan a todos
a nivel ecológico. Porque lo que afecta a los anfibios hoy, nos matará a
nosotros mañana. Humor, ciencia, seriedad, crítica y genial redacción es lo que
os espera en este libro de una de las mejores docentes que hay en la
Universidad de Granada.
Os dejo la respuesta de la Dra. Carmen a una pregunta de la entrevista que le hizo su hijo en su blog. Os dará una idea de lo que trata el libro.
¿Por qué se usan esos venenos?
-Bueno, la historia no es nueva, lo que sí es nuevo es la extensión del problema. Nunca el mundo ha convivido (o “convimuerto”) con tanta química, detrás de las ranas mutantes (busquen “deformed frogs”), las hermafroditas, las ciegas, las comidas vivas por los hongos vamos todos los demás. O se toman medidas políticas drásticas de presión política o nos acercamos velozmente a la más espantosa de las pesadillas.
El uso de químicos está extendido en muchos frentes, creo que el más importante cuantitativamente es el ligado a la agricultura. Hay que destacar el desarrollo de plantas transgénicas (soja, maíz…) resistentes a un veneno poderoso, el glifosato (Roundup). El gran negocio consiste en fumigar con él y matar al resto de las plantas que no son resistentes. Negocio sucio que envenena nuestro medio, acaba con la biodiversidad y nos llevará a la muerte.
¿Por qué se usan esos venenos?
-Bueno, la historia no es nueva, lo que sí es nuevo es la extensión del problema. Nunca el mundo ha convivido (o “convimuerto”) con tanta química, detrás de las ranas mutantes (busquen “deformed frogs”), las hermafroditas, las ciegas, las comidas vivas por los hongos vamos todos los demás. O se toman medidas políticas drásticas de presión política o nos acercamos velozmente a la más espantosa de las pesadillas.
El uso de químicos está extendido en muchos frentes, creo que el más importante cuantitativamente es el ligado a la agricultura. Hay que destacar el desarrollo de plantas transgénicas (soja, maíz…) resistentes a un veneno poderoso, el glifosato (Roundup). El gran negocio consiste en fumigar con él y matar al resto de las plantas que no son resistentes. Negocio sucio que envenena nuestro medio, acaba con la biodiversidad y nos llevará a la muerte.
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